Cuando se trata de educación especial, la calidad depende del código postal

Cuando se trata de educación especial, la calidad depende del código postal

Rebecca Klein, The Hechinger Report | 13 de diciembre, 2017

Cada año al empezar el curso escolar Jawanda Mast se reunía con el administrador del colegio de su hija Rachel. Todos los años tenía la misma pelea. El profesorado quería separar a Rachel (quien tiene Síndrome de Down) del resto de sus compañeros sin discapacidad y ponerla en una clase distinta. Mast siempre se negó; aislar a su hija de los demás niños tendría un efecto devastador. Rachel era una niña alegre y social,y le encantaba estar con sus amigos.

Después de varios años peleando una y otra vez por lo mismo, Mast tomó una difícil decisión justo antes de que Rachel empezara tercero. Mast y su familia decidieron abandonar su casa de Tennessee y mudarse a Kansas, dónde Rachel podría asistir a un colegio que ofrecía un mejor sistema educativo y la integraría en una clase con los demás niños. En la decisión de mudarse también influyó el trabajo del marido de Mast, aunque el problema de la educación en Tennessee fue un factor decisivo.

“Pensaba: ¿cómo se supone que voy a seguir haciendo esto durante 10 años más?”, confesó Mast.

Como persona con Síndrome de Down, Rachel es una entre la minoría de estudiantes en colegios públicos de Estados Unidos con discapacidades intelectuales. Estos niños constituyeron menos del 2% de los estudiantes en colegios públicos de cada estado durante el año escolar 2015-2016.

Los expertos calculan que hasta un 90% de los estudiantes con discapacidad pueden graduarse en el instituto cumpliendo las mismas expectativas académicas que el resto de sus compañeros. Pero padres y defensores de este colectivo aseguran que a menudo se considera que el otro 10% es menos capaz de lo que en realidad es.

Hace tan solo unas décadas, los estudiantes con discapacidad se enfrentaban a unas tasas de institucionalización muy altas y rara vez se los incluía en un ambiente escolar normal. En 1975,la Ley de Educación para Personas Discapacitadas (IDEA por sus siglas en inglés), originalmente llamada Ley de Educación para Todos los Niños con Discapacidades, consagró por ley el derecho de todos estos estudiantes a una educación pública apropiada.

Parte del marco de IDEA obliga a los padres a luchar por lo que creen que será mejor para las necesidades de sus hijos. A menudo los distritos escolares tienen ideas diferentes sobre lo que es mejor para los niños. Aún hoy, esto es la realidad para muchas familias.

En ocasiones los profesores carecen de la formación necesaria para tratar con estudiantes con discapacidades específicas. Otras veces, la administración tiene expectativas muy bajas en lo que a logros académicos se refiere.

A pesar de que IDEA dice que los estudiantes con discapacidad deben aprender en un ambiente lo menos restrictivo posible, es decir, con compañeros sin ninguna discapacidad, los padres de estos alumnos, a menudo,se encuentran peleando duras y costosas batallas para que no excluyan a sus hijos.

El éxito puede ser cuestión de suerte. Pero también depende del tiempo y los recursos. Para la hija de Mast, estos dos últimos fueron factores determinantes.

El distrito de Tennessee, donde Rachel asistía al colegio,nunca había graduado a un alumno con Síndrome de Down, comentó Mast. El colegio de Rachel formaba parte del distrito escolar de Shelby. Desde que ella se fue,el colegio pasó a formar parte del distrito municipal de Bartlett. Ambos distritos se referían a la opinión del otro a la hora de comentar este hecho.

Rachel tiene ahora 18 años y se va a graduar en mayo, en el distrito de Olathe, Kan. Va a recibir el mismo diploma que los demás alumnos (Kansas no tiene diplomas específicos para alumnos con discapacidades) y planea empezar la universidad gracias a un programa para alumnos con necesidades especiales.

Pero mudarse a Kansas no resolvió el problema. Mast debió seguir peleando por recursos para su hija. Asegura estar“cansada de todo lo que tuve que pelear para asegurarme que se incluía a mi hija”. Pero, a pesar de todo, ha sido una experiencia positiva. Rachel pasa el día en clase con sus compañeros sin discapacidad, a excepción de una clase en la que recibe atención especial.

Mast no es la única con la idea de que para recibir el apoyo necesario para su hija, tenía que mudarse. HuffPost ha hablado con cuatro familias con hijos con discapacidades graves que dicen que, o bien se mudaban por este motivo, o consideraban que las necesidades educacionales de sus hijos eran un factor decisivo para hacerlo. Todos ellos se mudaron a lugares en los que creían que las necesidades únicas e individuales de sus hijos serían atendidas.

Es un lujo que no todas las familias pueden permitirse.

En Maryland, Marjorie Guldan tiene una hija de 14 años con Síndrome de Down. Luchó durante años y llegó a los juzgados para impedir que el distrito escolar al que pertenece siguiera evaluando a su hija de forma distinta.

El distrito necesitaba esas evaluaciones para empujar a Rebecca, la hija de Guldan, a un plan especial para alumnos con discapacidades. Este plan permite a los estudiantes graduarse, pero con un certificado en lugar del diploma normal. Los certificados escolares no tienen el mismo valor que los diplomas, las instituciones de enseñanza superior no los reconocen. Hay 24 estados con este tipo de planes para estudiantes con discapacidades.

Al final, uno de los jueces sentenció a favor del distrito, permitiendo que se evaluara a Rebecca con el fin de ubicarla en un plan especial. Guldan afirmó que empezaron a empujarla hacia ese camino cuando tenía 8 años.

“Mi posición siempre ha sido apoyarla y ver hasta dónde llega. Si al final resulta que no es posible obtener el diploma, entonces estaré más que encantada de aceptar el certificado,” comentó Guldan. “Lo que realmente me ofendía era que, desde tercer curso cada año me decían que debería optar únicamente al certificado, que tratar de conseguir el diploma era demasiado para ella.”

Los responsables del distrito se niegan a comentar nada sobre el asunto.

Rebecca solo pasa unas horas al día con sus compañeros sin discapacidad. Los resultados son mixtos. El comportamiento de Rebecca ha mejorado porque el currículo no supone tanto esfuerzo para ella y no se siente tan frustrada. Por otro lado, Guldan quiere que su hija se enfrente a un reto mayor.

“Tengo expectativas para ella. Espero que sea capaz de trabajar dentro de una comunidad. Es evidente que no será abogado ni médico, pero hay miles de oportunidades a las que podemos optar y prepararla para ello requiere tener grandes expectativas,” dijo Guldan, cuya otra hija se ha graduado ya.

Como Mast, Guldan consideró la idea de llevar a su hija a otro colegio que trabajara más por la inclusión. Pero para su familia (como para muchas otras) recoger e irse no es una opción. Sería imposible económicamente y han llegado a contar con ayuda de sus vecinos para cuidar de Rebecca. Han creado una gran comunidad.Además, a las hermanas de Rebecca les encanta su casa.

“Ni siquiera yo estoy segura de que pelear por el diploma valga la pena”, confesó Guldan.

Pero por desgracia, este es un dilema al que, a veces,muchas familias con hijos con discapacidad tienen que enfrentarse.

Los expertos dicen que estas luchas tienen lugar a todas horas. Ricki Sabia, asesora de políticas senior del National Down Syndrome Congress expresó ver una diferencia enorme en cómo se trata a los estudiantes dependiendo del lugar y la situación.

“Incluso en un mismo distrito hay diferencias de un colegio a otro”,dijo Sabia.

Sabia ha visto familias mudarse a un distrito concreto con el fin de aprovechar las opciones de inclusión,y solo bastaba con que el director se fuera para que todas esas oportunidades se fueran con él.

“La gente sigue diciendo que la educación no debería depender del código postal. Se comenta mucho con respecto a los niños en situación de pobreza, pero también es aplicable a niños con discapacidades. No debería depender del código postal”,aseguró.

 

Traducción al español dentro del proyecto PerMondo para la traducción gratuita de páginas web y documentos para ONG y asociaciones sin ánimo de lucro. Proyecto dirigido por Mondo Agit. Traductora: Paula Rebolla Revisora: Rosana Voto